Hace cerca de tres años lidero equipos de trabajo. Es de esas sorpresas que da la vida laboral y a ratos se vuelve un peso más que una alegría, y aquí empieza a radicar el meollo de este artículo.
Así como he liderado equipos, yo hago parte de un equipo que lidera alguien más, allí es cuando la pita se enreda al momento de gestionar el personal. Podría sonar rebelde y quizás lo sea pero ¿acaso tenemos que decir ‘sí señor, no señor, claro señor’ todo el tiempo?
He pasado por momentos laborales en los que definitivamente quien esté al frente de la estrategia favorece las reacciones del equipo de trabajo, las respuestas e incluso los objetivos alcanzados. Pasa constantemente que las relaciones se cultivan en el día a día y se quiebran tan fácil como un vaso de cristal.
En los momentos de crisis es aún más notorio lo que puede suceder en esas relaciones, se hacen más fuertes las posiciones encontradas y la reacción que tienen quienes dependen de nosotros.
Para nadie es un secreto que la pandemia desatada en 2020 definitivamente ha puesto en vilo muchas organizaciones y dentro de ellas la capacidad de liderar de quienes están al frente de los equipos. Esta situación me ha dejado varios aprendizajes:
1. El lado humano del liderazgo se vuelve más importante en tiempos de crisis. No se trata de mandar, se trata de liderar, motivar y sostener el ánimo de los equipos de trabajo. La respuesta que tenga el líder ante la crisis marca el ritmo que tenga el equipo para salir de ella.
2. Decir las cosas es importante pero reconocer las pequeñas victorias es indispensable. La mayoría de los profesionales no necesitan reconocimiento de su trabajo, saben que lo hacen bien y es suficiente, pero la crisis no funciona así. Durante un tiempo de crisis la tensión aumenta y las pequeñas victorias son la válvula de escape de presión a estos momentos. Reconocer un buen trabajo no toma mucho tiempo y sí que sube el ánimo del equipo.
3. Conocer su equipo de trabajo en espacios no laborales hace la diferencia. Saber qué los mueve, cómo están, qué les inquieta o incluso qué les tranquiliza logra estabilizar la relación para saber en qué momento pedir más o pedir menos.
Y una no menos importante, quizás la principal:
4. Sé el líder que quisieras tener. Cuando ya llevas años en los ámbitos laborales, has forjado una imagen de lo que quieres y lo que no en un líder, haz que te reconozcan por ser el líder que quisieras tener y con el que definitivamente te meterías al fuego por salvar el proyecto que haya que salvar.
El 2020 es un año de lecciones aprendidas para todas las organizaciones, los equipos de trabajo y mucho más para las comunicaciones digitales. Pero las empresas las hacemos las personas y los líderes sí que marcan la diferencia en tiempos de crisis.
Nos leemos pronto.