Desde hace unos meses tuve la fortuna de conocer una organización que, estando en una industria agresiva como los BPS o centros de llamada, hace una apuesta enorme por la cultura organizacional y es, a hoy, un ejemplo a seguir en temas de cultura organizacional bajo mi perspectiva, claro.
En otra ocasión había tocado el tema y la organización en el artículo felicidad laboral: una parte de mercadeo interno, hoy vuelvo a ellos porque, unos meses más de conocerlos me siguen generando expectativa, curiosidad y aprendizajes constantes sobre cómo lograr enamorar a los colaboradores y hacer una puesta clara por el mercadeo interno.
Pero aterrizando al tema central de este artículo, todas las organizaciones al final de la historia tienen indicadores que miden el retorno de la inversión que se hacen en los colaboradores, los proyectos o cualquier otra decisión que se tome. ¿Por qué no entonces se les suman a estas mediciones los indicadores de felicidad? Sí, felicidad.
En Bután, el país de la felicidad, se mide la Felicidad Interna Bruta, tienen un indicador a nivel país que mide la felicidad de sus habitantes y son el referente de la creación posible de programas para que la felicidad sea parte de la estructura gruesa de una organización, en el caso del ejemplo, de un país. En Bután existe una economía de la felicidad.
Pero ¿qué es un indicador de la felicidad? Es un indicador que mide la calidad de vida en todos los sentidos, desde el económico hasta el psicológico; es decir en el desarrollo de la sociedad basado en un complemento y refuerzo entre lo material y lo espiritual. Existen cuatro pilares de la Felicidad Interna Bruta son:
– Promoción del desarrollo socioeconómico sostenible e igualitario
– Preservación y promoción de valores culturales
– Conservación del medio ambiente
– Establecimiento de un buen gobierno
¿Cómo aterrizar estos cuatro pilares a nuestras organizaciones? En primera instancia se necesita algo básico, compromiso de los líderes, así como cualquier cambio que se quiera lograr en la organización lo requiere. El cambio empieza desde la cabeza, no solo desde los gestores que jalonan los procesos sino también desde quienes tienen la capacidad de decidir y realmente generar cambios.
Una vez logramos el compromiso de los líderes podemos empezar con la construcción conjunta de una estrategia gruesa e importante para la organización que recoja el desarrollo socioeconómico de los colaboradores, la construcción y adopción de los valores culturales de la organización, la conservación del ambiente organizacional y el establecimiento de un buen gobierno para la compañía.
El trabajo en equipo, organizaciones más horizontales que faciliten la construcción conjunta por encima de la jerarquía, un reto adicional para quienes que tienen centralizadas sus decisiones.
Nos leemos pronto.